"El arte de escupir letras para que caigan justo donde uno quiere: en la cabeza, en el cuello, a los pies o simplemente al aire"

Tras practicar danza clásica por muchos años y dejarlo de hacer, me empezó a entrar un malestar indescriptible, una comezón que no se puede rascar,comezón en un lugar inaccesible, en ese rincón artistico que todos tenemos y que algunos no descubren jamás.

El malestar paró cuando empecé a escupir palabras, así escribiéndolas en un papel comenzó a cesar la comezón, afortunadamente para mi y para los que me rodean esta practica inofensiva permanece hasta la fecha en el anonimato de mi cajon favorito y en unas cuantas noches de bohemia en donde los decilitros de alcohol las protegieron de la pirateria y del mal uso.

Estos 'recortes del alma' como los llamé desde el principio, pienso publicarlos cuando cumpla 40 años, ese es uno de mis sueños. No por vanidad ni por delirio de Rock-star sino para poder recordar a los 80 años lo que hasta la mitad de mi habia salido de mi rincón artistico.

No se si coincidan conmigo en que el quehacer artístico es universal y pasa por todas las expresiones posibles, todos tenemos la posibilidad de crear algo estético, bello, verdadero y que intenta alcanzar la eternidad.

Para mi la expresión de esta fuerza es mi equlibrio y su represión mi enfermedad. Es como si el alma humana fuera una antigua espada de hierro que se somete a las mas altas temperaturas y luego al frío para alcanzar su templanza, es tambien en este equilibrio entre fuerza y flexibilidad que se encuentran las óptimas condiciones físicas para que un bailarín pueda hacer uso de su instrumento, su propio cuerpo.

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