El hombre que salió del mar
Mis pupilas se dilataron y mi corazón latió a mil por hora, las manos y la voz me temblaron cuando aquel hombre salió del mar. De cabellos dorados como el sol, alto y espigado, caminando decidido hacia la playa dijo simplemente un : Hola! Que duró 20 años hasta el último adiós. Sus piernas fuertes y doradas, sus atléticos brazos, sus manos enormes y su profunda voz crearon en mi tímida personalidad un efecto intimidante, casi comparable a lo que habrán sentido los indígenas cuando por el mar llegaron los conquistadores a América. -Hola aquí tienes a tu Malinche! (imaginé responderle) al momento en que nos presentaron nuestros amigos en común. El clima, las olas, el mar, la arena, el viaje, los días de aventura, las horas charlando y los minutos navegando, para mi fueron eternos, pues creo haber recreado ese instante en mi mente miles de veces, incluso hasta la eternidad. Todo ese marco fue perfecto para un romance que sólo existió en mi imaginación: -Arriba es mestizaje!