El hombre que salió del mar

Mis pupilas se dilataron y mi corazón latió a mil por hora, las manos y la voz me temblaron cuando aquel hombre salió del mar.
De cabellos dorados como el sol, alto y espigado, caminando decidido hacia la playa dijo simplemente un : Hola! Que duró 20 años hasta el último adiós.
Sus piernas fuertes y doradas, sus atléticos brazos, sus manos enormes y su profunda voz
crearon en mi tímida personalidad un efecto intimidante, casi comparable a lo que habrán sentido los indígenas cuando por el mar llegaron los conquistadores a América.

-Hola aquí tienes a tu Malinche!
(imaginé responderle) al momento en que nos presentaron nuestros amigos en común.

El clima, las olas, el mar, la arena, el viaje, los días de aventura, las horas charlando y los minutos  navegando,  para mi fueron eternos, pues creo haber recreado ese instante en mi mente miles de veces, incluso hasta la eternidad.

Todo ese marco fue  perfecto para un romance que sólo existió en mi imaginación:

-Arriba es mestizaje! Solíamos exclamar mis amigas y yo cuando lo veíamos llegar.

La reacción de mi naturaleza ante la presencia de ese animal, siempre es igual de irracional:
Me late el corazón a mil, me tiemblan las manos, el nerviosismo me rebasa y la emoción es incontrolable a pesar de los años que han pasado. A pesar de la distancia que nos ha separado y de las vidas tan distintas que nos han llevado ya muy muy  lejos de lo que fuimos en aquel instante al atardecer del Pacifico Occidental.

Esta escena se repitió varios años al encontrarnos frente al mar  y la vida nos llevo a establecer una amistad  "sui-generis" e incomprensible a los ojos de los demás testigos de ese encuentro fortuito, que a la distancia  parece más una broma de mal gusto que otra cosa.

He construido y deconstruido muchas veces esa conexión inicial, intenté en un inicio disimular esta atracción pero me fue imposible, por tanto me dedique a volverlo posible, manifesté mi agrado, me acerque más de la cuenta y salí herida, pues el inmigrante europeo,  sería un despiadado conquistador el resto de su vida.

Ligero de moral,  como el aire,  se me escapa de las manos antes de oxigenarme bien el cerebro para poder pensar con claridad lo que sucede, ladrón de ilusiones y de momentos que se escapa por la ventana antes del amanecer, siempre viajando, siempre huyendo, de mi, de él, de todo, de todos.

De naturaleza escapista e indeciso, Lobo estepario y solitario a quien en más de una
ocasión,  le he manifestado mi negativa a ser utilizada como un objeto más de su colección de presas y trofeos.
 A su lado aprendí lo que es usar y desechar a las personas, así nomás y sin culpa, es su naturaleza supongo y le va bien.



1995
Pero a mi no y como yo no puedo vivir sin esta obsesión que me rebasa, sabiamente elegí quedarme del lado de la amistad que perdura y entonces fomentamos una  verdadera "Amistad" fue lo que me brindo y le brindé en momentos determinantes de nuestras historias personales, he tratado de estar al pendiente de sus triunfos y penas, dolores y alegrías.

Hace muchos años y cuando él aún tenía un corazón de oro, me brindó una ayuda desinteresada por la que siempre estaré agradecida, hasta ahí todo era sencillo, pues sólo se trataría de agradecer y olvidar.

Sin embargo no fue así y por azahares del destino que aún  no alcanzo a comprender siempre sucede lo mismo:  Justo  cuando me estoy acostumbrando a su ausencia, cuando reduzco mi pasión a una simple anécdota: aparece de nuevo en mi vida el hombre que salió del mar!

Sus cabellos ya no brillan como el sol, las arrugas de su rostro denotan el paso del tiempo y los excesos que lo tienen enamorado de sí Mismo, nadie más que yo parece recordarle quién es: un despiadado egoísta.

Quizá por ello me busca, porque lo situó frente al espejo de sí mismo y de su desalmada indiferencia que con  los años se volvió indispensable máscara para alguien que vive rodeado de fama, éxito, fortuna, drogas, sexo y música ... No lo sé, pero cada que siente ese vacío existencial él vuelve a mi y quiere verme y tenerme, quizá yo le recuerde que alguna vez fue bueno y noble, simple, transparente.

Yo me he negado por miedo, por orgullo y hasta por placer a volver a verle,  pero cuando casualmente me encuentro en momentos sumamente difíciles, en callejones sin salida
Aparece justamente frente a mis ojos El hombre que salió del mar, alto, rubio, fuerte, amable, discreto y esta sola visión sirve para aliviar mi dolor.

No se si él  intuye mi dolor o mis fracasos o quizá sea una simple coincidencia, pero es la realidad y cómo él dice "no es discutible".

Por arte de magia un recuerdo caduco y demente se vuelve a encender en la fuego de una pasión inextinguible que nace de la imaginación, pasa por el cuerpo y termina en la razón de la sinrazón.

Es sólo un juego de mente.







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